Introducción: El Cristo que transforma la historia
¿Quién es Cristo? Esta no es una simple pregunta teológica o filosófica.
Es una interrogante que ha resonado en los corazones de millones de personas a lo largo de los siglos. Las Escrituras, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, señalan a uno:
Jesucristo.
Él no solo es una figura histórica, sino el eje central del plan eterno de Dios para la humanidad.
Cristo no apareció como una idea repentina en el Nuevo Testamento. Desde el inicio, Dios preparó el camino para revelarlo como el Mesías prometido. Este artículo explora cómo Jesucristo es el cumplimiento de las profecías, la esperanza de Israel, el Salvador del mundo, y la figura gloriosa que reina eternamente.
Cristo en el Antiguo Testamento
Aunque el nombre “Jesús” no aparece en el Antiguo Testamento, su presencia es clara y poderosa a través de símbolos, profecías y figuras. Cada historia, ley y poema apuntan hacia Él.
1. El Hijo prometido desde el Edén
Después de la caída del hombre, Dios dio una promesa:
“Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar.” (Génesis 3:15)
Este versículo es conocido como el “protoevangelio”, la primera mención del evangelio. Habla de un descendiente de la mujer que derrotará a la serpiente (Satanás). Ese descendiente es Cristo.
2. El sacrificio de Isaac: figura del sacrificio de Jesús
En Génesis 22, Abraham está dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac en obediencia a Dios. Justo antes de hacerlo, Dios provee un cordero para el sacrificio. Este relato es un poderoso símbolo de lo que ocurriría siglos después, cuando Dios ofrecería a su Hijo en la cruz.
“Dios proveerá el cordero para el holocausto” (Génesis 22:8)
3. El cordero pascual
Durante la primera Pascua (Éxodo 12), los israelitas fueron salvados de la muerte al aplicar la sangre de un cordero en los dinteles de sus puertas. En el Nuevo Testamento, Juan el Bautista señala a Jesús diciendo:
“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29)
Cristo es el Cordero definitivo, cuya sangre nos libra de la condenación eterna.
4. Las profecías mesiánicas
Los profetas hablaron claramente de un Mesías por venir:
-
Isaías 7:14 – “Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”
-
Isaías 9:6 – “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado… y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”
-
Isaías 53 – describe detalladamente el sufrimiento del Siervo de Dios, quien “fue herido por nuestras rebeliones” y “molido por nuestros pecados”.
Estas palabras se cumplen exactamente en la vida, muerte y resurrección de Jesús.
5. Cristo en los Salmos
David, como rey y profeta, escribió salmos que apuntaban a Cristo:
-
Salmo 22 describe el sufrimiento del crucificado con exactitud profética: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (v.1)
-
Salmo 110:1 – “Dijo Jehová a mi Señor: Siéntate a mi diestra…” – citado por Jesús mismo como prueba de su identidad divina (Mateo 22:44).
Cristo en los Evangelios: Dios hecho carne
En los Evangelios encontramos la revelación más clara de quién es Cristo: Dios encarnado. Juan abre su evangelio con estas palabras:
“En el principio era el Verbo… y el Verbo era Dios… Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros…” (Juan 1:1,14)
Jesús nació de una virgen, vivió sin pecado, realizó milagros, enseñó con autoridad y ofreció su vida en la cruz como sacrificio perfecto. Su resurrección al tercer día confirmó su identidad divina y el poder de su salvación.
Sus títulos en los Evangelios:
-
El Hijo de Dios – Reconocido por el Padre desde el cielo (Mateo 3:17)
-
El Hijo del Hombre – Título que usa para sí mismo, mostrando su misión redentora
-
El Pan de Vida – Juan 6:35
-
La Luz del mundo – Juan 8:12
-
El Buen Pastor – Juan 10:11
-
La Resurrección y la Vida – Juan 11:25
-
El Camino, la Verdad y la Vida – Juan 14:6
Cada título revela una faceta única de su carácter y misión.
Cristo en el Apocalipsis
El libro de Apocalipsis no presenta a un Jesús humilde y sufriente, sino a Cristo glorificado y reinante. Es la consumación de toda la historia bíblica, donde Cristo aparece como el Cordero inmolado y el Rey vencedor.
1. Cristo glorificado
En Apocalipsis 1, Juan describe a Jesús con ojos como llama de fuego, voz como estruendo de muchas aguas, y rostro como el sol. Él declara:
“Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin… el que vive, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos.” (Apocalipsis 1:8,18)
2. El Cordero digno
En Apocalipsis 5, se nos presenta un momento dramático: nadie es digno de abrir el libro del destino, excepto uno:
“He aquí el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro…” (v.5)
Pero cuando Juan mira, no ve un león feroz, sino un Cordero como inmolado. Este contraste muestra el corazón del evangelio: Cristo venció no por fuerza bruta, sino por el sacrificio de su vida.
3. El Juez y Rey
En Apocalipsis 19, Jesús regresa montado en un caballo blanco, con un nombre escrito: “Rey de reyes y Señor de señores”. Él viene a establecer justicia, a vencer al mal y a inaugurar su Reino eterno.
¿Por qué es central Cristo en la Biblia?
Cristo no es una parte del mensaje bíblico; es el mensaje completo. Todas las Escrituras giran en torno a Él. Como dijo Jesús a los fariseos:
“Escudriñad las Escrituras… ellas son las que dan testimonio de mí.” (Juan 5:39)
Y después de resucitar, enseñó a sus discípulos:
“Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.” (Lucas 24:27)
La Biblia es un libro cristocéntrico. Desde la promesa en Edén hasta la Nueva Jerusalén, Cristo es el protagonista.
¿Qué significa conocer a Cristo?
Conocer a Cristo no es solo saber quién fue históricamente, sino tener una relación viva con Él. Jesús no vino a traer una nueva religión, sino vida eterna:
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17:3)
Aceptar a Cristo es:
-
Reconocer que hemos pecado y necesitamos salvación
-
Creer que Jesús murió por nosotros y resucitó
-
Confiar en Él como Salvador y seguirle como Señor
Cristo es el puente entre Dios y el hombre. En Él hay perdón, redención, sanidad, paz y esperanza.
Conclusión: ¿Quién es Cristo para ti?
Cristo es el Hijo de Dios, el Salvador prometido, el cumplimiento de toda la profecía, y el Señor de la historia. Pero la pregunta más importante es: ¿Quién es Cristo para ti?
Él mismo lo preguntó a sus discípulos:
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mateo 16:15)
Pedro respondió con fe:
“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.”
Esa misma respuesta se nos invita a dar hoy. No como una fórmula, sino como una convicción del corazón. Quien reconoce a Cristo y le entrega su vida, encuentra la verdad, el propósito y la vida eterna.
Reflexiona y responde:
-
¿Has leído la Biblia buscando a Cristo en cada parte?
-
¿Has recibido personalmente su perdón y gracia?
-
¿Vives hoy bajo su señorío y amor?
Cristo no es una figura del pasado ni un símbolo religioso: Él vive hoy y quiere transformar tu vida. Te invita a seguirlo, a confiar en Él, y a conocerle profundamente.