Acerca de mí – Mi historia: Del abismo a la verdad
Me llamo Sergio y soy el creador de Código Verdad. Pero antes de hablarte de este proyecto, quiero contarte mi historia.
No porque sea única —porque hay muchas parecidas— sino porque muestra lo que Dios puede hacer cuando uno está en el fondo, perdido, sin rumbo, y aún así, Él extiende Su mano para salvarnos.
Lo que leerás a continuación es el relato de una vida que estuvo en la oscuridad, pero que fue alcanzada por la luz de Cristo.
Perdido en el mundo
Durante muchos años, fui un hombre sin rumbo, sin propósito, sin esperanza. Vivía en las calles, hundido en la oscuridad de las drogas, el robo, la mentira y el abandono. Cada día era igual al anterior: una lucha por sobrevivir, por conseguir lo que fuera necesario para calmar el vacío que me devoraba por dentro. No me importaba a quién hería, qué perdía o cuánto me degradaba; solo quería olvidar que existía.
Las drogas eran mi refugio. Me daban la falsa sensación de control y escape. Pero, en realidad, me tenían esclavizado. Empecé robando cosas pequeñas. Luego, cuando el hambre y la necesidad apretaban, ya no me importaba lo que tuviera que hacer. Mentía sin pensar, manipulaba sin culpa. Mi conciencia estaba adormecida. Me había convertido en un errante, en un desconocido para mi propia familia, en un número más en las calles, en un alma sin dirección.
Sin Cristo no hay salida
A pesar de todo, había momentos —breves, pero reales— donde sentía un susurro en lo profundo de mi corazón. Como si una voz me dijera: “No naciste para esto. Yo te amo. Hay algo más para ti.” Pero esa voz se perdía entre el ruido de la calle, el vicio y la desesperanza. En mi ignorancia, pensaba que era solo una ilusión. No conocía a Cristo. Había oído hablar de Él, claro, pero no lo conocía. No sabía lo que significaba tener una relación con el Salvador. Y en ese tiempo, no quería saberlo.
Mi vida era una espiral descendente. No tenía hogar, no tenía dignidad, no tenía paz. Me sentía invisible, y lo peor de todo: me sentía indigno de ser amado.
El encuentro que lo cambió todo
No puedo señalar un solo día, una fecha exacta, pero hubo un momento en que toqué fondo. Había pasado días sin comer, durmiendo a la intemperie, enfermo, débil, y con pensamientos de acabar con todo. Fue en ese punto, cuando ya no me quedaban fuerzas ni orgullo, que algo ocurrió. Dios permitió que una persona se cruzara en mi camino. No me juzgó. No me dio un sermón. Solo me miró a los ojos y me dijo: “Cristo puede ayudarte. No estás solo.”
Esas palabras me atravesaron como un rayo. Esa noche lloré como no lo había hecho en años. Por primera vez en mucho tiempo, hablé con Dios. No con palabras bonitas ni oraciones aprendidas, sino con el corazón roto. Le dije: “Si existes, ayúdame. No quiero seguir así. Ya no puedo más.”
Y Él me escuchó.
El poder de la transformación
Dios no me cambió de un día para otro. Fue un proceso, como todo lo real. Me costó. Recaí. Dudé. Pero algo dentro de mí había cambiado. Empecé a alejarme de la droga. Me acerqué a personas que vivían con fe, que hablaban de Jesús como alguien real, vivo, presente. Comencé a leer la Biblia, al principio sin entender mucho, pero con el tiempo cada palabra cobraba sentido. Sentí que Cristo me hablaba. Sentí que me perdonaba.
Poco a poco, el ladrón, el mentiroso, el adicto, fueron desapareciendo. No porque yo fuera fuerte, sino porque Él me sostenía. La Palabra de Dios comenzó a ser mi alimento diario. Aprendí lo que significaba ser una nueva criatura en Cristo.
Restauración con propósito
Mi vida comenzó a cambiar también por fuera. Busqué ayuda, entré en rehabilitación, y con el tiempo conseguí un trabajo humilde, pero digno. Aprendí un oficio. Con esfuerzo y la guía del Señor, me convertí en un hombre que podía mantenerse por sí mismo.
Pero lo más hermoso fue la restauración de mi familia. Me había alejado tanto de ellos, había causado tanto dolor, que pensé que nunca me perdonarían. Pero Dios no solo cambia corazones; también restaura relaciones. Poco a poco, volví a acercarme a ellos. Hoy tengo una familia con dos hijos. No soy perfecto, pero cada día trabajo para ser el padre y el esposo que Dios me ha llamado a ser. Soy el proveedor de mi hogar, y cada centavo que gano, cada paso que doy, es una prueba viva de la misericordia de Dios.
¿Por qué Código Verdad?
Código Verdad nace como una misión. No soy teólogo, ni pastor. Soy un hombre que fue rescatado de la oscuridad y ahora quiere decirle al mundo que sí hay salida. Que sí se puede cambiar. Que Cristo es real y está dispuesto a salvarte, dondequiera que estés.
Este sitio no es sobre mí. Es sobre lo que Dios puede hacer. Quiero compartir enseñanzas bíblicas, verdades que liberan, mensajes que despiertan, y luz para aquellos que hoy caminan en tinieblas como yo caminé.
Un llamado a los que están en el pozo
Quizás estás leyendo esto y te sientes como yo me sentía. Hundido. Atado. Culpable. Perdido. Quiero que sepas que no estás solo. Yo estuve ahí. Y si Dios pudo levantarme a mí, puede levantarte a ti también. No importa lo que hayas hecho. No importa cuántas veces hayas fallado. Si tienes fe, aunque sea pequeña como un grano de mostaza, y si deseas de verdad salir de ese pozo, clama al Señor. Él te escucha.
Cristo no vino por los sanos, vino por los enfermos. No vino por los justos, vino por los pecadores. Él vino por ti.
Una historia entre miles
Mi testimonio no es el único. Hay miles como yo. Hombres y mujeres que fueron liberados, transformados, salvados. Por eso, en Código Verdad también compartiremos otros testimonios, otras voces, otras vidas que hoy proclaman: ¡Jesús vive!
No necesitas tener una historia perfecta. Solo necesitas tener fe. Y si no la tienes, pídesela a Dios. Él es el autor de la fe. Él es quien puede darte una vida nueva.
Gracias por estar aquí
Si llegaste hasta aquí, gracias por leer. Te invito a quedarte, explorar el sitio, leer los artículos, ver los videos, compartir si algo te edifica. Este espacio es para ti, para los que buscan la verdad en medio de tanta confusión. Aquí no ofrecemos religión. Ofrecemos a Cristo.
Y si quieres hablar, si necesitas oración, si simplemente quieres contar tu historia, escríbeme. Estás a un paso de comenzar tu propio camino de regreso al Padre.
Con amor y esperanza,
Sergio
Fundador de Código Verdad